Práctica 11 (obligatoria): La educación en 2030
Este es mi pequeño relato literario (o de aquella manera) sobre el futuro no muy lejano de la educación. Espero que os guste.
Despierta
Son las 6:30 y el despertador del móvil entona Wake me up when september ends. Sí, en el año 2030 seguimos escuchando esa canción. Es un himno. Ya termina septiembre y, como os imaginaréis, llevamos varias semanas de vuelta en las aulas. Hemos despertado tras un largo verano, el más caluroso que se recuerda, y todo ha vuelto a empezar.
Recuerdo ahora —mientras remuevo el café con leche—, mi primer día oficial en un instituto, allá por 2022: las clases volvieron a estar masificadas tras la pandemia, el alumnado volvió a sentirse desmotivado y desatendido y el profesorado sobrepasado. Ocho años después, para desgracia de todos, la situación no ha cambiado mucho. Las aulas siguen masificadas y desde fuera profesores y alumnos somos tratados como máquinas carentes de vida y emoción, deambulando perdidos en una gran cadena de montaje.
Camino hacia el instituto donde trato de impartir mis clases desde hace cuatro años. Uno de los charcos que ha dejado la lluvia durante la noche me devuelve el reflejo de una persona extraña que se pregunta quién es. Esto ya ha ocurrido antes, con y sin lluvia: cada mañana, cuando entro por la puerta del centro, me pregunto quién soy y qué hago allí. Me pregunto si merecen la pena el esfuerzo, la motivación, las ganas. Si nuestro papel sigue teniendo sentido en una sociedad que parece haber abandonado todo principio moral y ético, que parece haber desechado todos los valores.
Y la respuesta, asumo, debe de ser «sí», pues he seguido despertándome todos los días con las mismas ganas y motivación y he seguido y seguiré esforzándome hasta que ya no pueda. Quizá no abandonar durante el camino, a pesar de todo, sea lo único que nos salve.
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