Práctica 1. PLE para DLL #INVTICUA21
Cómo reciclarse y no morir en el intento
Soy de una generación que nació y creció prácticamente sin tecnología. Mi primer contacto con ella fue a los 8 años con una de aquellas primitivas consolas de Nintendo Game & Watch, en la que solo había un juego, cuatro botones y cuyo parecido con las consolas actuales solo reside en el nombre. Todavía recuerdo el primer ordenador familiar: un Amstrad CPC 6128, con pantalla monocromática de color verde y con unidad de disquete interna, tecnología punta en aquellos tiempos, jajaja… Mi adolescencia la pasé pegada a unos walkman con sus cintas de cassette, algunas (bien pocas) originales y muchas (la mayoría) con canciones grabadas de la radio. Mi primer móvil, de aquellos que parecían un ladrillo, lo compré pasados ya los veinte años. Mucho ha pasado desde entonces…
En el campo de mi profesión, que no es la enseñanza, también han cambiado muchísimo las cosas. Hablar de dos décadas atrás, con respecto a la tecnología, es prácticamente hablar de la Prehistoria. En mi puesto de trabajo, dentro del sector bancario, la tecnología ha ido tomando un papel cada vez más importante y, actualmente, de hecho, no se concibe el día a día sin ella. Lo que parecía ciencia ficción años atrás hoy se ha convertido en algo cotidiano: tener acceso a tus cuentas a través del móvil, pagar en comercios con él, o sacar e ingresar dinero sin tarjetas…
En mi puesto de trabajo, las herramientas tecnológicas que uso son las específicas del sector: aplicaciones financieras como simulaciones de productos de inversión, de préstamos hipotecarios o personales, imprescindible siempre es la agenda comercial, sin olvidarme de los esenciales: Excel y Word. En el aspecto comunicativo, además de las citas presenciales en la oficina, mi principal medio para interactuar con los clientes es el correo electrónico, el teléfono fijo y el móvil, tanto llamadas como Whatsapp. No participo como empleada en las redes sociales de la entidad (Twitter, Instagram o Facebook) ya que de ello se ocupan departamentos específicos. Para comunicarnos entre compañeros utilizamos Skype profesional, además del teléfono y el correo electrónico.
La pandemia ha acelerado la transformación digital que estamos viviendo en todos los sectores. El cambio en la mayoría de puestos de trabajo se produjo de la noche a la mañana. En mi caso, regresé a casa un viernes a mediodía de la oficina y me convertí en teletrabajadora el lunes siguiente. Cambié el vestido, los tacones y el maquillaje por el chándal, las zapatillas de ir por casa y la cara lavada… Y yo, que nunca había hecho antes una videollamada, aprendí a usar rápida y forzosamente Zoom para comunicarme con mis compañeros y poder realizar reuniones de trabajo.
Y si no tengo bastante con la revolución digital en la que me hallo metida profesionalmente, en este máster, de nuevo, he tenido que reciclarme tecnológicamente. He descubierto Google Drive, asisto virtualmente a clases con la plataforma de UACloud o Google Meet y he aprendido a realizar presentaciones en Canvas y Keynote. También las prácticas en el instituto me han hecho descubrir Webex y Aules.
Reciclarse o morir, esa es la cuestión...
Muy buena reflexión, Raquel. Me has hecho sentir viejo, al hablar de la "prehistoria". Pero tranquila. También hablaremos de ciencia ficción más adelante. Buen trabajo.
ResponderEliminarNo era mi intención hacernos sentir viejos, pero me he puesto a tirar del hilo de la memoria y es ya bastante largo, la verdad, jejeje...
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